La cueva de las mil momias

Cronistas e historiadores nos hablan de esta famosa cueva que aún hoy en día buscan muchos investigadores y que sería como encontrar el “Santo Grial” para los arqueólogos canarios. De dicha cueva queda constancia en la información que aporta J. de Viera y Clavijo en 1776 sobre los embalsamientos y entierros de los guanches:  

«La duración de estos cadáveres, que los Guanches llamaban Xaxos, es tan asombrosa, que todavía se encuentran incorruptos en las grutas de Tenerife. Al tiempo que se escriben estas Noticias, se acaba de descubrir un Panteón excelente, cuyo apreciable monumento derrama mucha luz sobre esta parte de nuestra Historia antigua. La cueva, aunque de una entrada sumamente difícil, es en lo interior alta, capaz, y acompañada de algunos nichos abiertos en la peña. Está en un cerro muy escarpado del Barranco de Herque, entre Arico, y Güimar, en el país de Abona, y tan llena de Momias, que no se contaron menos de mil. A la verdad, yo no había admirado tanto hasta entonces aquel artificio con que estos Isleños inmortalizaban sus cuerpos;…»»Las mortajas, ó forros en que están arrollados desde pies á cabeza, son unos pellejos de cabra, cosidos con primor. Algunos cuerpos tienen hasta cinco, ó seis, puestos unos encima de otros. Hallase los varones con los brazos extendidos sobre ambos muslos, y las hembras con las manos juntas hacia el vientre. Aún la misma colocación que tienen los Xaxos en este Cementerio, es objeto digno de atención; porque están en camas, y filas, sobre unos como andamios, ò catrecillos de madera, todavía incorrupta, cuyo espectáculo no tiene nada de honroso»

Historia General de las Islas Canarias,

Jose de Viera y Clavijo.

«Herques absorbe y asombra, cautiva a cuantos con plena conciencia ponen sus pies en el lugar. Su sinuoso y desafiante cauce, vertiginoso en algunos tramos y amable en otros, es una máquina del tiempo capaz de transportarnos a otras épocas, un viaje a un entorno en el que hicieron vida los antiguos pobladores de la isla que sólo se ve parcialmente interrumpido cuando se vislumbra en lo alto de la ladera una granja con apariencia de fábrica desde donde no parece existir control a la hora de usar el entorno como basurero. Por un momento pensamos en cómo estremece imaginar que en aquel lugar pueda convivir la mayor necrópolis guanche, o lo que quede de ella, con la desidia empresarial e institucional que permite una agresión medioambiental y paisajística tan evidente.

Aplazada la discusión sobre aquella aberración, alcanzamos nuestro destino, la estrecha boca de una cueva casi imperceptible desde la lejanía, una pequeña oquedad de aspecto común y que en nada delata su envergadura interior cuando uno la tiene a poca distancia. Apenas cinco metros reptando por su boca con meridiana facilidad nos abren paso a una enorme galería, una cavidad de considerable dimensión que, quizá, y solo quizá, haya sido en algún momento del pasado la famosa Cueva de las Mil Momias. Quién sabe, aunque de momento se la ha venido conociendo como Cueva de las Calzadas.»

http://www.akasico.com/noticia/2551/Ano/Cero-Civilizaciones-desaparecidas/La-cueva-de-las-mil-momias.html

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