Ruta: Afur – Tamadite: Deshaciendo el camino de la anguila

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La anguila (Anguilla anguilla) nace en el Mar de los Zargazos, al Noreste del Golfo de México, donde lleva haciéndolo desde hace más de 140 millones de años. Desde allí recorre más de 4.000 kilómetros hasta toparse con las costas de Europa y de Canarias, se adentra en las playas y en los barrancos que fluye el agua. Aquí vivirá hasta su madurez sexual para luego volver al lugar donde nació para aparearse, desovar y morir….

Visto así, el camino de Afur a Tamadite no se trata de un barranco más donde fluya el agua casi todo el año. Éste era uno de los barrancos que elegía la anguila para vivir. Hoy la anguila se encuentra en peligro crítico de extinción y se cree que ya no habita en el barranco de Tamadite. Nosotros, por si acaso, la buscamos…

Si bien la anguila fue inteligente al elegir este lugar: vegetación exuberante, diques que se abren al paso del barranco como si se trataran de los muros abandonados de antiguas fortalezas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nosotros caminamos por este sendero, parte del recorrido del TF 8, con precaución. Durante la hora y poco que dura el camino de descenso, serpentea entre las laderas del barranco, con la protección, a veces, de alguna valla recientemente reparada.  Un sendero sencillo, que no requiere grandes aptitudes físicas, pero que quizás sea un poco más difícil para aquellos con fobia a las alturas.

Diciembre parece ser un gran mes para hacer este barranco. El agua es abundante y se agolpa, al sonido de una cascada, en diferentes pozas. Alguna incluso con profundidad «suficiente» como para saltar en ellas. (¡Ojo! ¡no de cabeza!)

Aunque se ha de reconocer que el agua está «ligeramente» fría.

Seguimos el camino del agua hasta que el barranco se abre hacia el mar, ¡la playa de Tamadite!

Aquí tomamos nuestro merecido descanso. Y aunque el mar parecía una batidora, y desde luego no es aconsejable el baño, disfrutamos de esta bonita playa de arena negra.

El camino de vuelta se hace por el mismo lugar, ascendiendo el barranco exactamente por donde lo bajamos. Deshacemos el camino de la anguila, con la esperanza de que nos acompañe esta vez una anguila aguas arriba, en nuestro final de camino, al comienzo del suyo…

 

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